domingo, 11 de abril de 2010

Viaje a París (día 3).

En la tercera jornada parisina las agujetas y el cansancio perduran pero es más fuerte la ilusión de seguir conociendo esta formidable cuidad, así que nos ponemos en marcha rápidamente. El destino para comenzar el día fue el Jardín de la Plantas con una grandísima extensión de zona verde donde pasear, un bonito zoológico y el Museo de la Historia de la Evolución que me quedé con ganas de visitar (ya tengo otra excusa para volver a París), pues el tiempo apremiaba y había todavía mucho por ver.
Después de este relajado comienzo, nos dirigimos hacia el Panteón donde disfrutamos de la solemnidad del lugar, contemplamos el péndulo que cuelga de lo alto de la cúpula sobre un calendario solar (que da explicación científica a la rotación de la Tierra) y las lúgubres y frías catacumbas donde reposan los restos de ilustres personajes franceses como Voltaire o Victor Hugo entre otros.
Al salir divisamos muy cerquita del lugar (en la parte posterior del Panteón exactamente) una hermosísima iglesia que sin dudarlo un sólo segundo nos dispudimos a visitar, se trataba de la Iglesia de Saint Etienne du Mont, una construcción del s.VI que merece la pena visitar.


Después nos dirigimos hacia el Jardín de Luxemburgo pasando antes por la Universidad de La Sorbone donde había un estupendo ambientes estudiantil a su alrededor; en el Jardín de Luxemburgo se encuentra actualmente el Senado francés (en el Palacio de Luxemburgo) y sus jardines son los más bonitos y extensos que ví en la cuidad y si no me creéis, juzgad con vuestro propios ojos.


Pasado el mediodía y después de pasar por sitios tan emblemáticos como la Corciergerie, el Ponte Nouf o la Santa Capilla, llegamos a la perla de la jornada, se trataba de la majestuosa Catedral de Notredame que con sus dos imponentes torres se hace notar en la parte Este de la isla de la Cité, las gárgolas fueron objetivo de muchas de mis instantáneas ya que son impresionantemente curiosas a la par de bonitas y da la sensación de que vayan a echar a volar en cualquier instante.

Para terminar, decidimos disfrutar de un agradable paseo por el Senna, en uno de los Batobus que lo surcan, contemplando los emblemáticos edificios que reposan en sus orillas mientras caía la tarde en la cuidad parisina.


Proximamente seguiré contandoos nuestra aventura parisina, espero que os vaya gustando.
Un saludo.

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